Ellos parecen una familia… (¿cómo decirlo?) “común”: un padre terapeuta, una madre dibujante de animé, un hijo estudiante de secundario, una hija de primario, dos tíos (o hermanos o hijos, según corresponda) y un abuelo…
Pero empecemos por el abuelo, que tiene canas, como todos los abuelos, algunas paradas en un mechón; la vista, la mirada de un loquito, y las pestañas de un gallego. Pasa minutos molestando a su nieta, a través de la ventana; gusta posar como un personaje de historieta, golpea su diapasón, entona una nota y luego sigue comiendo o tomando té.
El padre, terapeuta, aplica la hipnosis en sus tratamientos, pero también en su casa; la madre, como toda mamá, cuida de su familia, de las tareas hogareñas, pero también dibuja personajes súper poderosos que lanzan rayos desde sus puños, que hacen poses salidas de… las poses del abuelo.
Después, los dos hijos. Uno, el adolescente que vive su primer amor; la pequeña, una niña que ve de manera obsesiva su doble, pero en proporciones enormes, figura que, luego de escuchar un relato de su tío, intenta exorcizar a través de una vuelta sobre una baranda.
Ah, está el primer tío, un sonidista (o productor musical) que, alejado de la ciudad, visita la casa y se reencuentra con un viejo amor. El tío segundo también es artista, pero de manga (las historietas japonesas), afeminado, excéntrico en su vestir, en su proceder… que se compone, graba y se regala una canción que dice: "Yayayayamayo, yayayamayo, yama wa ikiteiru!".
Cada uno de ellos aparece retratado en El sabor del té, una película dirigida por Katsuhito Ishii (sí, claro, un desconocido, pero bueno, para los que se guían por datos “importantes, fue el que colaboró con Tarantino en las animaciones de Kill Bill). Y como se ha descrito, cada uno convive con las penas y las glorias, casi en el campo (o alejado de la urbe), y el film transcurre con efectos del animé, mafiosos, apariciones de gente disfrazada de robots (como los de Sólo Empanadas, pero con mucha onda), mafiosos, trenes, campos de arroz, etcétera, etcétera.
Ellos parecen una familia “común”, como cualquier otra, y sí, quizá lo sean, porque cada uno tiene su propia historia, sus problemas, sus alegrías, pero en conjunto, al atardecer, se quedan en silencio, contemplando el paisaje y disfrutando de una taza de té.
* El sabor del té, con Maya Banno, Takahiro Sato, Tadanobu Asano. Dir.: Katsuhito Ishii. Viernes 8 de junio, 23.35, por I.Sat.
Pero empecemos por el abuelo, que tiene canas, como todos los abuelos, algunas paradas en un mechón; la vista, la mirada de un loquito, y las pestañas de un gallego. Pasa minutos molestando a su nieta, a través de la ventana; gusta posar como un personaje de historieta, golpea su diapasón, entona una nota y luego sigue comiendo o tomando té.
El padre, terapeuta, aplica la hipnosis en sus tratamientos, pero también en su casa; la madre, como toda mamá, cuida de su familia, de las tareas hogareñas, pero también dibuja personajes súper poderosos que lanzan rayos desde sus puños, que hacen poses salidas de… las poses del abuelo.
Después, los dos hijos. Uno, el adolescente que vive su primer amor; la pequeña, una niña que ve de manera obsesiva su doble, pero en proporciones enormes, figura que, luego de escuchar un relato de su tío, intenta exorcizar a través de una vuelta sobre una baranda.
Ah, está el primer tío, un sonidista (o productor musical) que, alejado de la ciudad, visita la casa y se reencuentra con un viejo amor. El tío segundo también es artista, pero de manga (las historietas japonesas), afeminado, excéntrico en su vestir, en su proceder… que se compone, graba y se regala una canción que dice: "Yayayayamayo, yayayamayo, yama wa ikiteiru!".
Cada uno de ellos aparece retratado en El sabor del té, una película dirigida por Katsuhito Ishii (sí, claro, un desconocido, pero bueno, para los que se guían por datos “importantes, fue el que colaboró con Tarantino en las animaciones de Kill Bill). Y como se ha descrito, cada uno convive con las penas y las glorias, casi en el campo (o alejado de la urbe), y el film transcurre con efectos del animé, mafiosos, apariciones de gente disfrazada de robots (como los de Sólo Empanadas, pero con mucha onda), mafiosos, trenes, campos de arroz, etcétera, etcétera.
Ellos parecen una familia “común”, como cualquier otra, y sí, quizá lo sean, porque cada uno tiene su propia historia, sus problemas, sus alegrías, pero en conjunto, al atardecer, se quedan en silencio, contemplando el paisaje y disfrutando de una taza de té.
* El sabor del té, con Maya Banno, Takahiro Sato, Tadanobu Asano. Dir.: Katsuhito Ishii. Viernes 8 de junio, 23.35, por I.Sat.