12/08/2010

Dos que se entienden

Romeo es un hurón con la piel blanca, pero dice que es un oso, aunque su cara, más bien, se parece a la de un chanchito: nariz rosa, ojos redondos y chicos y orejas rectangulares. Sus cejas y pestañas siempre están hacia arriba, como para afirmar esa carita de malhumorado y serio que tiene cada vez que se encuentra con alguien.
Siempre que lo vean, Romeo tendrá los brazos cruzados o una mano alzada, como desafiante. No le gusta el calor; tampoco el frío. Sí le encantan las remeras limpias y siempre usa unas rayadas azules y celestes.
Es gruñón, soberbio, criticón, obstinado, negador, perfeccionista y supersticioso. Vive solo, y todo lo puede hacer solo… Al menos eso cree…
“¡No me gustas!”.
Ese es Romeo, todo un personaje (casi de fábula) que nos advierte desde un principio que nunca está contento.
Creado por la autora e ilustradora japonesa Hiroko Ohmori, y editado en la Argentina por Adriana Hidalgo (colección Pípala), el hurón es protagonista indiscutido -tal su carácter- de dos libros: Romeo nunca está contento y Rosa (y Romeo también). En la primera historia, si bien desde el título y el propio Romeo nos remarcan que él es el centro, durante el desarrollo pareciera que hasta la misma autora quiere correrlo de ese lugar, como cuando él sale a buscar la atención de sus amigos, luego de haber leído su horóscopo, y, sin embargo, consigue todo lo contrario. Pero ahí está Rosa, una hurón dulce que está en todos los detalles, más si se trata de Romeo. Ella sabe qué decirle para que él vuelva a estar en el centro, o, mejor aún, que lo comparta con ella.
Los personajes, así, aparecen en una segunda historia, Rosa (y Romeo también). Ya bien perfilado el carácter de Romeo, la tapa, esta vez, es para ella, en donde aparece con un títere de él que, con cierta burla, grita: “¡Yo soy el protagonista!”.
La historia transcurre en un día de primavera. En las calles se siente el amor, y todos lo manifiestan, aunque eso, algo de eso, a Romeo le molesta. El prefiere la intimidad, y puertas para adentro le cocina Rosa, y charlan, leen, juegan... Comparten.
Al fin y al cabo, son dos hurones que viven uno enfrente del otro… Al fin y al cabo, a él le gusta la compañía de Rosa y ella sabe qué decirle a Romeo.
Son dos que se entienden. Y ese es el secreto.
O eso creen.
“¡¿Eh?!”.