No se deje engañar por las apariencias” se advierte desde un principio en 1Q84, la última novela escrita por Haruki Murakami, disponible, desde marzo, en castellano. “Realidad –asegura uno de los personajes- hay una sola”. Y ocurre en 1Q84, un tiempo en donde surgen tantos interrogantes y desajustes como en el mundo “real”.
Imitando la forma de El clave bien temperado, la obra de Johann Sebastian Bach, que consta de dos ciclos de preludios y fugas compuestos en todas las tonalidades mayores y menores de la gama cromática, 1Q84, cuya edición disponible en Argentina reúne los primeros dos volúmenes (el tercero solo ha salido en japonés, por el momento), consta de 24 capítulos cada tomo, al igual que la obra del músico alemán, aunque, en el caso de la novela, y en cada uno de los capítulos, que transcurren en meses bien definidos (abril, marzo y junio, para uno; julio, agosto y septiembre, para otro), 12 corresponden a Aomame, y otros 12 a Tengo, los héroes que conforman, de alguna manera, una unidad, porque si bien sus historias se narran por separado, ambos están en permanente contacto: lo que moviliza a uno afecta al otro, y viceversa.
Toda esa simetría, ese orden, ese equilibrio, sin embargo, se va desvaneciendo, y, a la par, los personajes dejan de ser quienes demuestran ser para ir convertiéndose en lo que son o desean ser. En el caso de Tengo, un profesor de matemáticas que aspira a ser escritor; en el de Aomame, una instructora de una gimnasio que, en su doble vida, es una asesina a sueldo.
Ambos también comparten un recuerdo, de cuando tenían 10 años y, en el colegio, tuvieron su primer contacto. Tras aquel encuentro hubo 20 años de separación, pero un periplo común los vuelve a reunir en 1Q84, el tiempo (porque no es cuestión de espacio) que juega con el homófono en japonés “Kyu”, tanto para nueve y la letra q, y que deja de ser un simple juego de sonidos si se tiene en cuenta la palabra en inglés para pregunta, “question”, y su abreviación, más aún, si uno recuerda que fue en 1984 cuando en Japón surgió Aum Shinrikyo (Verdad Suprema), la organización acusada de cometer el atentado con gas sarín en la estación del metro de Tokio, en 1995, incidente que causó la muerte de 12 personas y más de 1000 heridos. (Es obvia, además, la referencia a la novela de Geroge Orwell.)
El tema de las organizaciones religiosas es punto central. Por un lado, otro de los personajes, Fukaeri, una adolescente de 17 años, relata una historia, La crisálida del aire, que, gracias a la ayuda de Tengo, es convertida en Best Seller; por otro, Fukada, fundador y líder de Vanguardia, secta que capta a algunas de las mentes más brillantes de Japón (similar a lo que ocurrió con Verdad Suprema en su momento), y padre de Fukaeri, es el objetivo de Aomame.
Así planteada, la “realidad” de los personajes, sea personal, como su entorno, comienza a cambiar, y ellos (como las personas) necesitan creer, un planteo metafísico constante, sea en 1984 o en 1Q84. Pero, ¿qué es real y qué ilusión? ¿Dónde se encuentra la verdad y dónde la mentira? ¿Qué es bueno y qué malo?
Estas dualidades, así opuestas dentro de todo el relato, dan cuenta de aquello que, de otra manera, quizá, no nos daríamos cuenta; forman parte, en un sentido taoísta, del equilibrio del mundo.
En 1Q84, Murakami parece jugar a desarmar el mundo que ve, para, pieza por pieza, ir reconstruyéndolo como le gustaría que fuese, aunque siempre recordándonos de no dejarnos engañar por las apariencias.